Alimentos y Bebidas
16 creativos cocineros venezolanos y sus arepas de postal
Reconocidos cocineros venezolanos, que viven en el país o son de la diáspora, diseñaron arepas únicas para el libro Una arepa hecha postal.
En el anterior reportaje de la presentación del libro-objeto “Una arepa hecha postal, simbiosis entre gastronomía y arte (que puedes leer haciendo clic aquí), me referí a los conceptos filosóficos y creativos alrededor de la gastronomía y el arte.
En este reportaje, los textos representan el espíritu culinario de cada cocinero donde están plasmadas la portentosa y rica despensa criolla acompañada de ideas literarias, porque dentro de las arepas también hay creatividad cultural.
Esos contenidos están desarrollados con saber y sabor por la psicopedagoga y magíster en Dirección y Gestión de Centros Educativos, Ximena Montilla Arreaza; la crítico de arte y museóloga Susana Benko; la presidenta de la Academia Venezolana de Gastronomía, gestora cultural y consultora en arte y gastronomía, Ivanova Decán Gambús y la diseñadora editorial y comunicadora visual, Ira León.
El libro está conformado por 63 postales, de las cuales 47 son obras de artistas plásticos con el tema arepa y 16 creaciones de chefs, como cocina de autor en recetas inéditas.
Estos 16 profesionales de la cocina creyeron en el libro y se dispusieron a elaborar una arepa que representara una palabra identitaria que les fue asignada. El resultado fue un mosaico multicolor de ingredientes, sabores, texturas y novedosas presentaciones.
A continuación, ofrecemos una semblanza de cada una de arepas, editada por Ximena y Manuela Montilla Arreaza, y con participación de varios autores.
Identidad arepera: 16 semblanzas
La esperanza. Héctor Romero. Arepitas amanecer o Bomba de chicharrón
La arepa Amanecer o Bomba de Chicharrón, condensa el espíritu de una cocina en tránsito. Su forma redonda y su interior inesperado evocan el renacer constante de una cultura que muta, se adapta y sigue viva. Romero la construye como quien dibuja con ingredientes: suero, erizo, cerdo, res, ajíes y plátano se cruzan como geografías simbólicas.
Esta arepa no se limita a alimentar; señala un nuevo día, un comienzo que -como el sabor- brota en silencio y se queda.
La sustentabilidad. Pilar Cabrera. Arepa de compromiso
Este plato reúne tierra y mar en un mismo acto de responsabilidad culinaria. En su relleno conviven el mejillón rescatado de la extinción, las claritas (pequeños pececitos) antes descartadas y los vegetales marinos que marcan la identidad costera de Margarita.
Cada bocado honra la vida, el entorno, la despensa local, con una cocina que respeta el origen y apuesta por un futuro en equilibrio.
La identidad. Federico Tischler. Arepa cerdo ilustrado

Inspirada en el lente de Luis Brito, fotógrafo venezolano, esta arepa es imagen y memoria: revela lo que somos más allá de lo visible. Como sus retratos, la arepa Cerdo Ilustrado condensa crudeza, belleza y dignidad cotidiana. Un bocado que interroga, honra y afirma el gentilicio venezolano.
La creatividad. Tatiana Mora y Miguel Guerra. Arepa ingeniosa o Dinorah en Los Andes
Esta receta es una celebración a la creatividad que nace del mestizaje afectivo y culinario. Inspirada en los andes venezolanos -con la masa de yuca rallada-, y en Dinorah, la abuela de Miguel que vive en Anaco, tierra cálida del oriente de Venezuela, donde el ají dulce es el alma de la cocina.
Va rellena con una ensalada de berenjenas encurtidas, «receta que podría haber nacido entre las ollas de Dinorah, mientras soñaba con el frescor de la montaña y el silencio de los páramos. Es un homenaje a las mujeres que cruzan el país con sus sazones, que siembran amor donde cocinan y allí dejan su legado».
La solidaridad. Joel Tarff Alcalá. Arepa benedictina
Esta arepa es un abrazo culinario a quienes andan por el mundo buscando nuevas oportunidades. Inspirada en los huevos benedictinos, reinventa esta tradición con diablito casero, queso fresco, huevo escalfado y una salsa holandesa intervenida con ají dulce margariteño confitado.
Es una arepa solidaria con quienes no toleran el gluten, con la diversidad, y con la memoria colectiva del desayuno venezolano. Un bocado que une, consuela y celebra.
Nota: después de escribir este reportaje, el chef Joel Tarff falleció repentinamente en la Isla de Margarita que tanto amó y donde se radicó en los últimos años.
La resiliencia. Argenis Ramírez. Arepa renacer
Esta arepa es crocante por fuera, fuerte por dentro. A diferencia de la arepa de harina precocida -rápida, funcional, sin fricción- la arepa Renacer es un acto de resiliencia encarnado. Domarla exige ensayo, paciencia y maestría: nixtamalizar, moler, amasar, dar forma y cocer.
Su textura crocante y su núcleo suave, coronado con asado negro, despiertan en boca la memoria de todo lo que costó lograrla.
El arraigo. Chucho Rojas. Arepa arraigo
Esta arepa no apela solo al sabor, sino a la memoria sensorial que forma identidad. Es cocina sin ornamento, pero cargada de significado, hecha de silencios, pilón y brasas, como una carta de amor ancestral. Cada mordisco ancla al cuerpo, a la infancia, a la tierra.
Más que una receta, es una forma de volver a casa.
El respeto. Elia Nora Rodríguez. Arepa convivencia
Esta arepa simboliza el respeto a la diversidad como base de la armonía. Cada ingrediente -el roast beef firme, el tempura de pollo crujiente, la ensalada fresca con aderezo de mango y la mayonesa tucaqueña- aporta su carácter sin imponerse.
La chef Elia Nora Rodríguez ensambla contrastes con sabiduría y delicadeza, convirtiendo la complejidad en diálogo. En esta receta el sabor enseña: convivir es reconocer el valor del otro sin perder el propio.
La educación. Zoraida Barrios “Mamazory”. La arepa sabia
Esta arepa resguarda la sabiduría y el conocimiento ancestral que se transmite de generación en generación, entre ellos, los alimentos como las caraotas (leguminosa mesoamericana), el cerdo que es aporte de la colonización aunque su origen es asiático, y la hermosa preparación del «quesito valenciano», una de las más antiguas de nuestra gastronomía colonial según la Geografía Gastronómica de Venezuela de Ramón David León; y el Diccionario Gastronómico de Venezuela de Rafael Cartay.
Es una receta que educa al paladar y al alma, como toda cocina que honra su memoria.
La sostenibilidad. Issam Koteich. Arepitas raíces
Esta arepa es una celebración de la tierra: chicharrón de cordero, queso artesanal, ajíes, especias y un sofrito profundo, dan cuerpo a una receta que honra lo local sin artificios. Cada elemento se aprovecha, se transforma, se respeta.
Desde el horno hasta el fogón, esta arepa demuestra que la «sostenibilidad» no es una tendencia, sino una convicción: cocinar con conciencia, desde el origen hasta el sabor.
La empatía. Sumito Estévez. Arepa empatía
«El domingo 30 de marzo de 2025 organicé en Italia una jornada para escuchar el testimonio de estudiantes de medicina que habían ido a Venezuela a hacer voluntariado. Decidí hacer una “arepada” para los 50 presentes, en donde yo era el único venezolano. Era devolver con empatía, la que ya habían tenido estos muchachos por mi país, y esa empatía era posible si la arropaba de maíz. Así que apelé a dos sabores amados en esta zona: cerdo y tomate».
La multiculturidad. Gabriel Castañeda. Arepa mestiza
Esta receta de Gabriel Castañeda es un encuentro de memorias, viajes y mesas compartidas. En su masa -mitad maíz blanco, mitad maíz amarillo tierno- conviven lo dulce y lo salado, lo rural y lo urbano, el mar y la montaña.
El jojoto o maíz tierno traído por «su viejo», quien llegaba a casa con su camión cargado de tesoros con aromas y sabores de rincones lejanos de esa Venezuela que se cruza, se mezcla y se reconoce. Esta arepa no solo alimenta: une lo diverso en un mismo bocado, como un mapa emocional del país que somos.
La voluntad. Daniel Torrealba. La Forjadora
La Forjadora, amasada con esfuerzo y dedicación, es un elogio al trabajo duro: cada paso -desde lavar y moler el maíz, hasta encurtir cebollas y conservar la papada- exige técnica, paciencia y fuerza de voluntad. En boca, su masa firme y su relleno ácido-graso despiertan el sabor del esfuerzo sostenido.
Daniel Torrealba condensa en ella el sabor de lo hecho con las manos y el alma.
La constancia. Francisco Abenante. Arepa la constante
Esta arepa rellena con cataco empanizado, aguacate y cebolla morada encurtida, es un bocado que resume lo que para el chef Abenante ha sido su oficio: repetición consciente, cuidado por el detalle y respeto por el ingrediente.
El cataco, pez abundante en el litoral central de Venezuela, no es, sin embargo, de consumo frecuente en la mesa caraqueña aun siendo una bomba nutricional y de omega 3-; revalorizar su presencia, es la idea de esta receta que establece una conexión directa con el territorio y su cultura viva.
La integridad. Karin Requena. Arepa honesta sin atajos
Esta receta reúne en cada bocado los valores de integridad y honestidad que han definido a nuestro pueblo. El rabo de res —un corte humilde—, requiere paciencia, respeto y dedicación. No admite atajos, debe guisarse con esmero hasta que el colágeno se transforme en una salsa rica y la carne se deshaga del hueso. Aprovecharlo es un acto de honestidad culinaria, como decía la abuela Trina: «En la cocina venezolana, nada se desperdicia, todo se transforma y se honra».
La arepa, por su parte, es un pan sin prejuicios que acoge todo. Al rellenarla con el guiso dulzón de rabo y un queso blanco suave, se encuentra la nobleza en la sencillez sin artificios. Cada ingrediente aporta lo mejor de sí, en un acto de transparencia y equilibrio. Su proceso refleja la integridad de quien entiende que el verdadero valor se encuentra en el trabajo bien hecho.
La justicia. Victoria Vallenilla. Arepa la mitad para ti
En tiempos de crisis, de guerra, de exilio o de pobreza, el acto más puro de justicia es el compartir. Esta arepa nace de ese gesto simple, instintivo y profundamente poderoso: partir el pan en dos y ofrecer la mitad.
No busca impresionar, no es lujosa, ni pretenciosa. Es modesta, cercana, hecha para ser compartida -visualmente y en el alma-. Es una arepa que alimenta, que reconforta. Que recuerda que, incluso en la ausencia, la cocina puede seguir siendo un acto de resistencia y de ternura. Una forma de cuidar al otro cuando no queda casi nada.
Está hecha con ingredientes básicos, los que aún se consiguen en contextos de carencia, de desplazamiento, de lucha. Pero lleva dentro algo que no se compra: el deseo profundo de justicia para quienes menos tienen. Una receta mínima con un mensaje inmenso. Porque compartir una arepa es igual a decir: «yo te veo, yo te abrazo, yo no te olvido».
Bibliografía: Una arepa hecha postal. Ximena Montilla Arreaza, Susana Benko, Ivanova Decán Gambús, Ira León.
Arraigo Group 2025. Atlanta. USA.
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