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Soliloquios de café: “¡Sin productores agropecuarios no hay comida!”

Es cuestión de simple reflexión, de utilizar la lógica y la razón para actuar con sensatez.

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Soliloquios de café: “¡Sin productores agropecuarios no hay comida!”

En el mundo, no se puede ni se debe seguir actuando bajo los esquemas populistas, disfrazando y manipulando dogmas que son utilizadas para esclavizar a los ciudadanos en nombre de los pobres y que han imperado en gran parte del siglo XX y del XXI.

Cuenta la leyenda que la agricultura comenzó cuando los seres humanos se dieron cuenta que de los desechos de los alimentos que botaban brotaban nuevas plantas y eso los instó a “sembrar” evitándoles trasladarse grandes distancias en búsqueda de alimentos que podían cultivar cercanos a sus habitáculos.

Bajo la premisa de que “el pueblo” necesita comida para su subsistencia, el sector creador de alimentos ha sido la “Cenicienta” de todo el sistema productivo. Pero, en todo sistema económico es obligatorio tener beneficios para lograr mantenerse generando bienes y servicios, y más allá, toda unidad de producción agropecuaria, de manufactura, pequeña, mediana o gran industria, para lograr expandirse tiene y debe generar el denominado “Capital de Reinversión.”

“¡Sin Productores Agropecuarios no hay comida!”

Tampoco existen fuentes trabajo en el medio rural

¡He aquí la interrelación entre obrero, empleado y patrono!

¡De la nada… nada sale!

 

Para que pueda existir el desarrollo, en nuestras unidades de producción debe existir una simbiosis mínima. Una asociación íntima entre La Seguridad Jurídica, el Capital de Inversión y el Capital de Trabajo.

Para lograr su estabilidad, una unidad agropecuaria consume la vida de varias generaciones, luchando contra las adversidades económicas creadas por las leyes que rigen la economía, por las políticas desfasadas y ya fracasadas impuestas por los gobiernos; el clima, y hasta con los depredadores de cuatro y de dos patas (algunos seres humanos); contra la delincuencia desorganizada, organizada y hasta en algunos casos con la que tiene poder gubernamental.

El Estado es responsable de los delitos que se cometen bajo la impunidad de algunos organismos y debe resarcir esos daños, por tanto es necesario y perentorio que se establezca la protección correspondiente a fin de que se pare la destrucción en la producción de alimentos y ejecutar las sanciones pertinentes a quienes han violado la propiedad privada, destruido bienes materiales y/o hasta intentado contra la vida de personas que otrora eran respetados por su esfuerzo, tesón y perseverancia en cubrir mucho más del 70% de los alimentos que consumimos en el país.

“PERSONAS INESCRUPULOSAS…”

¡EN LA MAYORÍA DE LOS CASOS INVASORES DE OFICIO!

Personas a quienes pregunto:

¿Si no tienen dinero para comprar la tierra; sin ningún conocimiento, ni experiencia, amparados solamente en el pregón del derecho al trabajo, obviando el deber impuesto por esos derechos, ¿Cómo harán para poner productivas esas tierras sin disponer de las herramientas y equipos necesarios, maquinarias, sistemas de riego, etc.? la realidad está en la destrucción de la producción lograda con el tesón, esfuerzo, trabajo, inversión de varias generaciones  que vencieron las dificultades que se les presentaron en la época en la cual trabajaron, sin servicios e infraestructuras públicas requeridas para sobrevivir; y ahora se violan los derechos adquiridos A TRAVÉS DE “LA CONSTITUCIÓN NACIONAL Y DE DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS DE LA ONU DE 1848, DE LA CUAL VENEZUELA ESTÁ SUSCRITA Y POR LO TANTO, TIENE JERARQUÍA CONSTITUCIONAL… COMO LO ES EL DERECHO A LA PROPIEDAD” ?

Y le recuerdo a ellos y a los organismos competentes el texto del artículo 471-A del Código Penal venezolano, que expresa:

Quien con el propósito de obtener para sí o para un tercero provecho ilícito, invada terreno, inmueble o bienhechuría, ajenas, incurrirá en prisión de cinco años a diez años y multa de cincuenta unidades tributarias (50 U.T.) a doscientas unidades tributarias (200 U.T.). El solo hecho de invadir, sin que se obtenga provecho, acarreará la pena anterior rebajada a criterio del juez hasta en una sexta parte. La pena establecida en el inciso anterior se aplicará aumentada hasta la mitad para el promotor, organizador o director de la invasión.

Se incrementará la pena a la mitad de la pena aplicable cuando la invasión se produzca sobre terrenos ubicados en zona rural. Las penas señaladas en los incisos precedentes se rebajará hasta en las dos terceras partes, cuando antes de pronunciarse sentencia de primera o única instancia, cesen los actos de invasión y se produzca el desalojo total de los terrenos y edificaciones que hubieren sido invadidos. Será eximente de responsabilidad penal, además de haber desalojado el inmueble, que el invasor o invasores comprueben haber indemnizado los daños causados a entera satisfacción de la víctima.

¡Esto también es aplicable a los invasores de inmuebles…!

¡El Ministerio Público tiene la respuesta!

 

“En gran medida se nos acosa, se nos despoja de nuestras unidades de producción; en muchos casos se imponen precios viles al valor del producto de nuestra inversión y trabajo, único medio del cual disponemos para cubrir el costo de nuestras necesidades básicas, sociales, materiales e intelectuales; en la mayoría de los casos somos un sector de la sociedad que apenas subsiste, sin ayuda, y cuando ésta ayuda llega se vuelve sal y agua, por los errores de las imposiciones a que somos sujetos.

La producción agropecuaria es una actividad económica y no he sabido de alguna actividad económica que haya logrado subsistir trabajando a pérdidas, Todo lo contrario, a mayor rentabilidad, mayor posibilidad de que la actividad se fortalezca y se consolide, se tiene una mayor posibilidad de generar empleos bien pagados; el mantenimiento o adquisición de infraestructuras, maquinarias y herramientas, es decir, se logra un mejor bienestar de la sociedad…

Sin pretender ser un docto economista dejo este tema buscando una reflexión que concluya en la realidad de vivir en una Venezuela próspera.

 

El Impulso / Maximiliano Pérez Apóstol

 

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