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De agricultura, futuro y otras consecuencias / Carlos Ojeda

Un poco de historia en tiempos diferentes fue la conclusión a la que llegué al escuchar al agricultor, ganadero, empresario, gremialista y productor cinematográfico de Agua Sangre, Julio Bustamante.

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De agricultura, futuro y otras consecuencias / Carlos Ojeda

Un poco de historia en tiempos diferentes fue la conclusión a la que llegué al escuchar al agricultor, ganadero, empresario, gremialista y productor cinematográfico de Agua Sangre, Julio Bustamante.

 

Escuchar a Julio hablar de agricultura, tanto del pasado como en el futuro fue un poema admirablemente interesante. Fue una cátedra donde mezclo pasado, presente y futuro. Escucharlo fue una de esas aspiraciones románticas y necesarias para un país. La utopía de cualquier veguero que huele a mastranto y llano con sentido filosófico.

Historia: Con la llegada de los españoles en los años 1500 Federmann narra sobre una agricultura que se extiende a lo largo del Río Acarigua. Maíz (o una variante similar) eran ya un producto de cultivo en estas tierras. Gracias a las encomiendas españolas, se comenzó a producir de manera masiva maíz, algodón, y tabaco en los años 1600/1700. Para los años 1800 durante y luego de la independencia, el cacao contribuía a la economía de la corona española con aproximadamente 193.000 fanegas anuales. En años posteriores a 1830 el café y el algodón desplazaron al cacao, siendo el café el principal producto de nuestra producción agrícola hasta mediados de los años 1890. En esos años la producción promedio era de unos 2.285 kilogramos por hectárea. Luego del descubrimiento del petróleo en el país, la agricultura declinó rápidamente con el comienzo de su explotación en 1940.

Un inciso: para el año 1926 la población rural en Venezuela representaba 85% del censo general, y la producción agrícola era el soporte principal de la economía. Para 1937 la agricultura contribuía con el 22% del PIB. Un gran avance resultó el proyecto de Ley Agraria de Medina Angarita para intentar mejorar la producción agrícola. Intentó que hizo lo posible en ser consolidado en el trienio adeco 1945/48.

Una vez electo Rómulo Gallegos el 6 de enero de 1948, fue depuesto el 24 de noviembre del mismo año. La Junta de gobierno designa a Amenodoro Rangel como ministro de la Agricultura, a Saverio Barbarito como presidente de la CVF y a Armando Tamayo Suárez como presidente del IAN. Tres programas fueron prioridad: el Plan Arrocero de los Llanos Occidentales, el Plan Ganadero del Estado Apure y el Plan Azucarero Nacional. A la CVF se le asignaron los recursos, al MAC la asistencia técnica y al BAP la recepción y el mercadeo. No resultó como fue planificado. Bienvenidos a Venezuelandia, el país donde los choros hacen realidad sus sueños.

Sufrimientos y luchas dieron un logro por primera vez en esta tierra. Un gobierno de hombres civiles y civilizados abrieron la puerta al progreso. Generación del 28

El 5 de marzo de 1960, el presidente electo Rómulo Betancourt promulgó la Ley de Reforma Agraria. 200.000 familias del medio rural fueron beneficiadas con esta medida. Hubo mejoras en vialidad, vivienda, servicios básicos y comunicaciones con los centros poblados. La agricultura crece inusitadamente aportando 6,7% interanual del PIB. Hubo tan buena democracia que los predios de producción menores a 5 hectáreas representaban 67% en posesión por los campesinos (Ing. Gastón Vivas Berthier).

Casi 23 millones de hectáreas de tierras productivas en el país. 1,3 millones en Portuguesa, de las cuales aproximadamente sólo 250.000 están en labores de siembra y producción en estos momentos. La agricultura cambió. “La producción agrícola actual es el resultado de la revolución verde, resultante de los cambios agrícolas posteriores a la Segunda Guerra Mundial”. Julio sin duda se refería al proceso de Fritz Haber y Carl Bosch, científicos que desarrollaron la síntesis catalítica del amonio y de productos hidrogenados que lograron en el pasado masificar la rentabilidad de la producción agrícola en el mundo. Tecnológicamente la producción agrícola es un problema resuelto. Atrás quedaron los 2.500 kilogramos por hectárea de maíz o los 1.500 de arroz. En este tiempo existen menos agricultores, pero más eficientes. Ese es el dilema.

La agricultura en el mundo cambió para ser eficiente. Al señor Bustamante con voz cortada y cierta tristeza le escuché decir: “La poderosa industria de fertilizantes químicos, la investigación en la genética productiva, así como los Biocidas, que, aun aumentado la productividad agrícola, han traído consecuencias contrarias a la salud de la tierra, del suelo, de la humanidad”.

“Es necesario cambiar las metodologías de producción agrícola” confesó casi implorando un cambio urgente.

“Sustituir un sistema eficiente pero contaminante, por alguna alternativa similar es sumamente difícil, porque es intentar cambiar la cultura de la productividad y la eficiencia, por otro desconocido”, Julio Bustamante.

Sin embargo, la agricultura regenerativa es el futuro. Es un proceso inexorable, lento pero necesario. La agricultura ecológica es el futuro. Tenemos la obligación de proteger a la tierra, al suelo, a la biodiversidad, y todo aquello que nos eleve el nivel cognitivo y humano.

“El mundo de la agricultura es tan emocionante como infinito”, los jóvenes por definición son los valientes héroes que definirán y defenderán el futuro de la tierra. Ellos tienen la obligación de vivir esa aventura de integrar y renovar los nuevos estándares morales y éticos para que nuestro mundo vaya por el camino correcto.

 

El Nacional

 

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