Temporada de mangos 2021, por Reinaldo J. Aguilera R.
- Opinión
- 03/03/2021
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A finales de los años 70, mientras pasaba vacaciones en los campos petroleros de la antigua Mene Grande Oíl Company, hoy en día campos de la extinta Corpoven en el estado Anzoátegui, no había un solo día en el cual dejará de saborear los sabrosos mangos burreros de los grandes árboles en las casas de mis tías paternas. Para mí era igual en donde estuviera, lo que a mí me importaba era comer mangos. Si estaban muy altos, con un palo o una piedra los bajaba e incluso subiendo la mata. De eso tengan plena seguridad.
Hoy en día eso ya muy poco se ve. Las ciudades van perdiendo su encanto de antes para dar paso a otras cosas; sin embargo, aún como en aquel tiempo, estamos entrando en plena temporada de mangos y es la fruta que hay que disfrutar y aprovechar. Veremos con absoluta certeza que muchos venezolanos lo comerán, pero no por disfrute nada más, lo harán también por hambre a causa de la imposibilidad de alimentarse correctamente. Muy triste pero real.
Les hago referencia a que es la fruta que debemos aprovechar porque en la vorágine económica en que se encuentran muchos en nuestro país, ya ni frutas variadas pueden comer los venezolanos.
Cualquiera de las que antes consumían con frecuencia ya pasan de millones de bolívares el kilo y ni siquiera son importadas, son de aquí mismo. El asunto se resume en la oferta y la demanda, pero también en el abuso de unos pocos para con el resto, que son bastantes, y al final de cuenta esa cantidad de personas son el gran universo del consumidores y eso no se toma en cuenta.
Mientras tanto, en plena época de mangos maduros y aún con la pandemia de coronavirus rondando, el mundo entero continúa pendiente de nuestro país. Delegaciones de las Naciones Unidas, países hermanos y amigos, buscando que se active un verdadero diálogo, pidiendo entendimiento, cosa que de verdad —ya por parte del mal gobierno— es a estas alturas poco creíble, porque así lo han demostrado.
Lo único que desean es seguir ganando tiempo y continuar atornillados en el poder aun cuando ya carecen de legitimidad y de apoyo popular, lo cual es muy grave, pues son las bases definitivas de una dictadura cruel e inhumana. El diálogo solo les funciona a los señores que dirigen el país si los favorece y sin dar nada a cambio.
Eso debe cambiar, pues algo sí está claro: cualquier tipo de conversación debe pasar primero por la activación y convocatoria de un referéndum revocatorio; esa es la verdadera válvula de escape a la presión social que se vive actualmente; es mi humilde opinión.
Se debe dejar que la ciudadanía se exprese libremente y así dar paso a un nuevo espacio político que, a su vez, abrirá las compuertas a lo económico y se revertirá en todos los demás sectores.
Sin embargo, y para desdicha, el régimen en su continuo afán de no cambiar, refleja justamente lo que el mundo no entiende, se dedica a otras cosas, como lo son, por ejemplo, efectuar maniobras militares para la defensa ante amenazas extranjeras, cual motivación de casus belli o caso de guerra (término diplomático que trata del motivo o coartada para iniciar una guerra) que, por cierto, dichas maniobras cuestan millones de dólares. Ahora nos preguntamos: ¿guerra con quién?
Cabe destacar que, desde los tiempos de Hugo Chávez, se han gastado millones de dólares en armamento bélico de procedencia rusa y china en su mayoría, por cierto, y que hoy hacen falta para pagar deudas, comprar alimentos o para aportar materia prima a las empresas que sí producen de verdad, o tratan de hacerlo, y que apenas alcanzan el 25% de operatividad y producción. Así se entiende perfectamente parte del desastre en el que se encuentra inmerso nuestro país.
Cada día que pasa la crisis se agrava más, desde la inseguridad hasta lo relacionado con los problemas más básicos, como el mantenimiento de la infraestructura vial, por ejemplo.
Prácticamente todo se encuentra totalmente fuera de control. El mal gobierno solo piensa en cómo mantenerse aferrado al poder, regalando bolsas de comida —como lo hizo en el concierto para pedir la liberación de Alex el “CLAPturado” Saab en el centro de Caracas hace pocos días— y defendiéndose de enemigos inexistentes, no atendiendo los asuntos públicos y los verdaderos problemas de todos los ciudadanos.
Para muchas personas, sobre todo para quienes viven en otros países, es inexplicable lo que pasa en Venezuela y para quienes estamos fuera se hace complicado explicarlo, observando, por una parte, un gobierno que grita a los cuatro vientos que es el mejor que ha existido en Venezuela y, por el otro, viendo que se tienen sueldos de hambre con una inflación de tres dígitos —y subiendo— que se traga cualquier aumento que se haga, pues no está controlada en lo más mínimo. Créanlo, no es fácil.
También está el tema del desabastecimiento brutal para unos sectores a causa del bajo poder adquisitivo, en contraste con aquellos sectores que sí lo tienen. El aspecto de la inseguridad, que hace que cada día gente buena y calificada, jóvenes en su mayoría, se vayan a otro país en búsqueda de lo que el suyo les negó, en una fuga de cerebros masiva que va a pesar en el futuro cuando toque reconstruir lo que quede.
Con este saldo que tiene el régimen de magníficos logros, pero negativos en su mayoría, no hay manera de lidiar con la impopularidad que pesa sobre el Maduro y su entorno; muchísimo menos con las ansias de cambio que tenemos los venezolanos, que ya nos cansamos de la errónea y obtusa manera de gobernar de los que nunca pudieron y cuando les tocó, no supieron qué hacer con este magnífico país y sus potencialidades.
Ojalá y en el alto-mal gobierno se abra una rendija y se sienten a dialogar de verdad, con seriedad, para buscar una salida, porque ya no se aguanta lo que sucede. Que no decidan pasar a la historia como lo que han sido hasta ahora: el peor gobierno que ha tenido Venezuela.
El referéndum es la herramienta para que la gente se exprese, es un derecho constitucional y no algo caprichoso de un grupito.
Somos millones de ciudadanos los que queremos un referéndum y es parte de lo que debemos lograr. Se tiene que luchar para que se realice pronto, como un mecanismo de expresión genuina de identidad colectiva. A esto debe obedecer la narrativa política en el momento histórico que nos está tocando vivir.
Es temporada de mangos y es mi deseo que antes de que termine —y aun con el sabor dulce de tan sabrosa fruta en nuestro paladar— podamos ver la luz al final del túnel que nos permita decir que este bache en nuestro presente ya está por quedar en el pasado y podamos ver y tener un futuro diferente, lleno de oportunidades para todos por igual. Así de simple y sencillo.
Reinaldo Aguilera es Abogado. Master en Gobernabilidad, Gerencia Política y Gestión Pública de George Washington University/UCAB.
Tal Cual / @raguilera68 / @AnalisisPE
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