El paisajista que aboga por la rebelión de las ‘malas’ hierbas: “Un descampado tiene el doble de diversidad que un parque”
- InternacionalesNoticias
- 25/04/2022
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Madrid.- Tras 40 años de profesión, J. Ramón Gómez defiende un cambio en la gestión de los parques y jardines madrileños, desde una labor divulgativa como la de su intervención en el ciclo ‘Salvajes, silvestres y espontáneas’, de la Casa Encendida.
Dice de sí mismo que por sus venas corre clorofila en vez de sangre. Y a juzgar por sus 40 años como paisajista; sus 30 como docente en las universidades Camilo José Cela y Rey Juan Carlos; su casi una quincena de libros publicados sobre botánica y su estudio Herba Nova que comparte en Valdemorillo con su pareja, Cristina Losa, la semblanza no parece hipérbole. Sobre todo por su leitmotiv: “Reivindico esa flora urbana espontánea que aparece en la ciudad como un patrimonio, esa que es ignorada y que nadie valora”. Excepto él.
Desde esas hierbas que brotan en cualquier grieta, alcorque y mediana o que también suelen ser tildadas de malas – “me niego a llamarlas así, son buenas amigas”- J. Ramón Gómez alienta una rebelión: la de unos parques y jardines más naturales, respetuosos con el medio ambiente y con la belleza de su carácter silvestre. Así lo defendió el pasado lunes, en el ciclo Salvajes, silvestres y espontáneas, de la Casa Encendida, donde interviene desde hace tres años. Y con fotografías de su propio vergel.
Es decir, basta de colocarle puertas al campo. Justo lo que impera en los espacios verdes madrileños. “Cada hierba es como una biblioteca: tiene una historia interesantísima detrás”, sostiene, y va más allá: “Respetándolas se atrae vida, a una pequeña fauna muy valiosa que está desapareciendo”. Lo que concibe como “un gesto amable, pero heroico”, porque suma contra ese futuro apocalíptico de urgencia climática: “Madrid será tan caluroso como Marrakech”, recuerda sobre ese eslabón último, que acecha para 2050 si no se procuran remedios. Y el control exiguo en la flora urbana puede serlo: “Estos días están segando los taludes de la M-30 con sus jaramagos. ¿Por qué? Si transmiten belleza y son guarida de insectos y aves”.
Artífice de la vegetación de la Ciudad Deportiva del Real Madrid, del parque de la Warner o del barrio de Valdebebas, defiende que “la ciudad debe cambiar, convertirse en refugio de vida y no en desiertos de vida”. En esa ambición salvífica, las hierbas espontáneas, que además “son las más duras porque son las primeras en crecer en zonas erosionadas”, explica, son primordiales: “Guardan en su interior el bosque dormido de la ciudad”.
UN JARDÍN LIBRE
Suena a retórica poética, pero Gómez la cultiva con sus propias manos. Si de pequeño se encargaba de recopilar los herbarios de sus compañeros de clase a cambio de unas monedas, junto a su pareja tuvo que pedir una segunda visita a la dueña de la casa de Valdemorillo donde querían vivir, porque sólo se habían fijado en el jardín, en busca de un suelo de PH ácido. Eliminaron los setos para deleitarse con ese “paisaje heredado, que es el que no está dentro de tu jardín, aunque se pierda intimidad”, uniéndolo al encinar que les rodeaba, y plantaron su laboratorio botánico con esa “intervención mínima” que practican. “Fue nuestra escuela. Respetamos la flora que aparecía, trabajando con la estacionalidad, con que el jardín cambie y no sea algo estático”. Al estilo del paisajista Giles Clément con su teoría del jardín en movimiento. En sus mil metros cuadrados de parcela, Gómez, que se declara “gran enamorado de los cardos”, ha catalogado hasta 100 especies espontáneas.
“Ese seto siempre va a ser un seto”, apunta hacia un arbusto aseadito y soso del Retiro, tan lejos de la belleza efímera y salvaje que le conmueve: la de las chiribitas, el zurrón de pastor, el diente de león… La que trata de mostrar a sus alumnos: “En primavera, les mando a aprender a las cunetas, son una escuela maravillosa”. De hecho, subraya que “un descampado tiene el doble de biodiversidad que un parque” y propone experimentar en zonas de la ciudad con esa gestión medioambiental sostenible con la flora, que en Madrid puede alcanzar hasta a mil especies. “Entiendo que a un político le den miedo estos cambios”, dice, pues esas hierbas suelen asociarse por la ciudadanía al descuido. “Pero lo pequeño puede aportar grandes resultados. Probemos”.
ADN
– En Herba Nova, se dedica a la jardinería pública o de oficinas, hoteles, hospitales…
– Publicará nuevo libro: ‘Botánica cercana’.
– “Mi profesión es una de las más bonitas del mundo”
El Mundo / Ruth Díaz / @ruthdiazg