Las deidades de la agricultura – Freddy Colmenárez
- Opinión
- 29/05/2024
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La primera actividad productiva desarrollada por las sociedades primitivas fue la agricultura.
Es ésta actividad la que permite que a partir de ella se deriven otras actividades secundarias, enriquecedoras de esas mismas sociedades que, precisamente, contribuyen al crecimiento demográfico y a la mejora gradual y creciente en varios aspectos y sentidos.
Varios estudios ubican la creación o el descubrimiento de la agricultura hace aproximadamente doce mil años (12.000) en el Oriente medio, entre los ríos Eufrates y Egipto (hoy Irak) y, siglos despues, en ella o en lo que posteriormente se conoció como Mesopotamia adoraban al dios de la agricultura: Dagan.
La sociedad del antiguo Egipto, hace 5000-8000 años, creció y se desarrolló teniendo en la agricultura una actividad generadora de riquezas que fueron las que permitieron la construcción de aquellas grandes pirámides, templos, obeliscos y otros grandes monumentos bajo el amparo de su dios de la agricultura: Osiris.
Otra civilización grande como la sociedades griegas hace aproximadamente tres mil (3000) años tuvieron en la agricultura a una deidad femenina conocida como: Demeter.
Así, los Romanos logran uno de los mayores imperios antiguos que el mundo haya conocido basados en la agricultura teniendo también a su diosa representada en “Ceres”.
La civilización Azteca hace, aproximadamente, ochocientos (800) años contó con su dios de la agricultura Cintéotl, los Incas con su diosa “Pachamama” y los andinos de la región venezolana, en Trujillo, con su dios: “Padre Ches”.
Otras civilización indígenas del territorio venezolano tenían como dioses complementarios: El Arco, Las Aguas, Las Lagunas, Ríos, Las Quebradas o Riachuelos, Las Tierras, Las Montañas, Los Rayos y en general todo tipo de espiritualidad propia de la naturaleza.
Con esa cosmovisión indígena de profunda espiritualidad “tropieza” la imposición de la religión católica cristiana que impone su diversidad santoral hasta corresponder a “San Isidro” la sincretizacion de éstas creencias campesinas que siguen albergando raíces subyacentes de aquella amplia cosmovisión indígena.
Toda sociedad, el ser humano, per se, muy a lo interno de su psiquis tiene la necesidad de creer en algo, en su Santo, en su deidad, en el Dios de la religión católica, pero además en otros agregados que fortalezcan su petitorio para una buena cosecha.
Que cuando su semilla esté en la tierra pueda tener buena germinacion, y al crecer ser protegida de la “aljorra”, de la neblina que “quema” su follaje, en su deseo de un alto rendimiento, y durante la cosecha la necesidad de buenos precios.
Así los agricultores le imploramos a San Isidro, a Dios, y a otras fuerzas de la Naturaleza porque también son creación de Dios y pueden influir en resultados satisfactorios para una buena cosecha.
Solo un agronomo, desprendido “levemente” de la filosofía educativa basada en el positivismo puede entender estos planteamientos y comptender la razón de cantar una “Salve a San Isidro” o de “pagarle un velorio a aquella “deidad” impuesta.
En San Isidro se resumen muchas creencias de deidades antiguas de civilizaciones milenarias, de aquellos continentes lejanos y de tierras americanas y del propio territorio venezolano.
Allí está nuestra esencia campesina, nuestros valores culturales, nuestra riqueza etnomusical y nuestra devoción por seguir siendo agricultores de bien, que engrandecido a ésta Nación sepamos preservar otras formas de vida en estos mismos territorios.
Ing. MSc. Freddy Colmenárez-Betancourt.
Agricultor desde hace 25 años. / En Sanare, Lara, Venezuela, 14 de Mayo de 2024 (en la víspera del Día de San Isidro).
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