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Defender las universidades públicas: Un reto y una obligación impostergable
- Opinión
- 08/08/2022
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En los tiempos que corren, muchos dicen y estamos de acuerdo, que han cambiado los problemas que interesan a la sociedad y al sector productivo y deben producirse nuevos conocimientos para solucionarlos. Pero, como ocurre con otros asuntos de interés nacional, no hay unanimidad de criterios en cómo lograr que el país tenga un sistema de educación superior acorde con esas nuevas necesidades. En las esferas más influyentes de la política nacional y en lo que queda del empresariado, parece que no se apreciara la dimensión de la tragedia que para nuestro país significa haber arrasado la educación, ni se siente a cabalidad el deber de rescatar a las universidades nacionales del drama en que están sumergidas.
Mientras esto ocurre el gobierno pregona que Venezuela “se está arreglando”, con la pretensión de hacer creer que repentinamente nuevas luces inundan nuestros horizontes, pero la dramática situación de las universidades nacionales ilustra que lo que verdaderamente se pretende es ignorar la realidad. Algunos ejemplos sirven para sustentar esa afirmación.
El gobierno central y algunos regionales han caído en cuenta que no les conviene que se siga mostrando a la opinión pública nacional e internacional que los campus universitarios están destruidos y en total abandono, por lo que a través de programas que rezuman un fuerte tufo populista, en la Universidad Central de Venezuela (UCV) se ha maquillado parte de la infraestructura porque para el gobierno y así lo han dicho, lo importante es mostrar la universidad bonita.
¿Qué hay detrás de esto?
Este repentino interés por restaurar al campus universitario, después de haber propiciado su destrucción, más que un reconocimiento a la importancia de institución para el país, es una forma más de apropiarse de un espacio que no han podido conquistar a través de elecciones. La penetración de la universidad, que se viene consumando sistemáticamente, primero por la vía de la violencia y más tarde por una brutal mutilación de fondos, es un plan de apoderamiento y transformación de la institución muy bien orquestado, que terminará de cumplirse con la elección de nuevas autoridades de la UCV, a través de un llamado mecanismo transitorio de elecciones que admite la participación de porcentajes de estudiantes, egresados y del personal administrativo y de servicios. Este reglamento que según muchos universitarios responde a una necesidad apremiante para reactivar el funcionamiento de la UCV, parece haber sido logrado como producto de negociaciones de los decanos de la UCV con la ministra de educación universitaria y el Tribunal Supremo de Justicia, sin dar mayores informaciones a la comunidad académica.
Ahora bien, ¿Qué significa para el sistema nacional de educación universitaria que se elijan nuevas autoridades en la UCV? ¿Significará acaso que unas nuevas autoridades podrán por si solas revertir el desastre de la educación universitaria con el aporte financiero y las libertades que el gobierno le va a dar? ¿Significará que la universidad, a través de nuevas personas que rijan sus destinos, podrá sobreponerse al deterioro académico que sufre por la emigración de profesores y la deserción de estudiantes? Mucho me temo que no. En el mejor de los casos las elecciones las ganarán los candidatos que adversan al gobierno, pero para el ejercicio de sus funciones estarán constreñidos a aceptar las arbitrariedades que les imponga el gobierno porque no tendrán otra manera de sobrevivir. Pocos cambios podrán hacer unas nuevas autoridades de la UCV o de cualquier otra universidad pública, si no tienen propuestas concretas respaldadas por la comunidad académica para remediar el enorme disparate que ha sido el ensañamiento contra los principales centros de conocimiento del país.
¿Qué se puede hacer?
La UCV por los innegables aportes que ha hecho al país a lo largo de trescientos años de actividades es un punto de referencia para las demás universidades nacionales y tiene la gran responsabilidad de marcar los pasos a seguir para rescatarlas. Su mayor compromiso habrá de ser repensarla en sus aspectos académicos y organizacionales, ya que no es posible ni conveniente mantener la universidad tal como se concibió en 1958 y, como si esto fuera poco, debe usar su prestigio para convencer al sector político y empresarial de que efectivamente es una institución esencial para la reconstrucción del país. Deberá sugerir vías para financiar programas de investigación y formar dentro y fuera del país nuevas generaciones de jóvenes profesores, usando recursos que complementen el mísero aporte que los gobiernos puedan darle. Habrá que poner a disposición de los posibles usuarios del conocimiento del sector público y privado capacidades técnicas para resolver problemas de orden práctico, aprender a solicitar recursos a las organizaciones internacionales preocupadas por la educación, la ciencia y la tecnología y a la colaboración de nuestros colegas académicos y profesionales que han tenido que abandonar al país.
Todo esto puede hacerse y hay personas que pueden hacerlo. Así lo demuestra el admirable esfuerzo de muchos profesores empeñados en mantener abierta la Universidad en medio del enorme desbarajuste en que está sumida. Son ellos el corazón de la universidad gallarda que se resiste a sucumbir; son ellos la evidencia que, a pesar de todo, quedan recursos humanos muy valiosos que permiten pensar en un futuro esperanzador y esto tiene un enorme valor simbólico y práctico.
Pero el profesorado no puede evadir la realidad. Además de continuar exigiendo mejoras salariales. que es una necesidad de primer orden para la supervivencia de los profesores, hay que dejar de disimular, por temor o conveniencia, el daño que han hecho al país las políticas del gobierno para la educación superior. Hay que reclamar el respeto que merece la universidad como centro de formación profesional y ciudadana y no como fábricas de titulados que no alcanzan la formación necesaria para el ejercicio de su profesión, ni de cuadros políticamente aleccionados para supuestas necesidades del gobierno.
Defender la Universidad es una tarea compleja. Aún a lo interno de las instituciones se mueven fuerzas que se empeñan en regresar a la universidad en la que hemos vivido por más de sesenta años, basada en un modelo de sostenibilidad que ya no puede mantenerse y en la práctica del dejar hacer y dejar pasar que ha favorecido el enquistamiento de malas prácticas en el quehacer de la universidad venezolana.
La universidad no se defiende tratando de minimizar sus debilidades académicas y administrativas para supuestamente no causarle mayores daños, hay que tener la valentía de reconocerlas, denunciarlas públicamente e insistir dentro y fuera del país que su destrucción es una de las peores acciones perpetradas por un poder que se ha empeñado en destruir al país.
* Profesor Titular de la UCV. Individuo de Número de la Academia de Ciencias Físicas Matemáticas y Naturales
Claudio Bifano