Carlos Machado Allison: Políticas de inversión en tecnología potenciarían sector agro

Carlos Machado Allison: Políticas de inversión en tecnología potenciarían sector agro

Caracas-Venezuela podría explotar su potencial agroalimentario con políticas públicas modernas que incentiven la inversión en tecnología en el sector, en opinión de Carlos Machado Allison, Individuo de Número, Sillón XII, de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, Acfiman.

 

Machado Allison ha hecho ciencia en el área desde instituciones como el Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias (Fonaiap), el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), lo que le da la experiencia y la visión para explicar que el empleo de la robótica, el uso de drones o la producción bajo control, hacen que se diluya como factor determinante la existencia de suelos más ricos o más pobres, climas más favorables o desfavorables para la agricultura, “de modo que el potencial de crecimiento es enorme”.

– En estos momentos estamos produciendo alrededor de 11 millones de toneladas de alimentos y llegamos a producir 20 millones de toneladas sin las nuevas tecnologías, por lo que podríamos alcanzar 30 millones de toneladas y exportar con una política moderna y agresiva, porque además tenemos una buena posición geográfica y todavía, a pesar de la fuga de talentos, contamos con gente capacitada no solamente para la producción, sino para el transporte y la venta de alimentos, porque se debe tener la visión de un sistema integrado en el que intervienen muchísimos actores.

Sin embargo, en la actualidad las condiciones no son ideales: “La banca no tiene recursos para otorgar créditos, el Gobierno ha destruido buena parte de la capacidad tecnológica del país, nos hemos aislado internacionalmente, tenemos unos socios cada vez menores que tampoco tienen una visión adecuada para impulsar o estimular al país hacia mercados foráneos”.

Existen rubros que por historia y conocimiento previo podrían tener éxito: café, cacao, caña de azúcar, plátano, frutos tropicales como mango. “Fuimos modestos exportadores de estos rubros quizás por no conocer el mercado internacional y por no tener un servicio exterior capacitado para la comercialización”.

¿Qué está exportando Venezuela en la actualidad?

Fundamentalmente, camarones y ron. Tenemos una exportación de buenos rones, y la industria camaronera ha venido creciendo en los últimos años y en este momento es el rubro más importante de exportación.

Hay, además, una exportación que es llamada contrabando de extracción, simplemente porque no se regulariza el comercio fronterizo. Por ejemplo, ganado y café venezolano pasan a Colombia, y cebolla colombiana pasa a Venezuela. Este intercambio no queda registrado, no existen cifras ni datos ni tampoco una infraestructura que permita un comercio fronterizo adecuado.

Recuerdo que la última vez que estuve en Aruba buena parte de la comida fresca que servían en los hoteles venía de Honduras, Guatemala o Costa Rica, porque había una demanda de productos de calidad de exportación que estos países podían cubrir.

Un plátano golpeado o un cambur maltrecho como los que se venden en Venezuela, no son aceptables como productos de exportación.

Aquí nos hemos mirado demasiado el ombligo y la calidad de los productos en mercados y supermercados es muy deficiente. Sucede que el consumidor es tan pobre y con tan poca capacidad de exigencia que adquiere lo que le ofrecen. Eso sí, a precio internacional, en dólares.

Políticas para la seguridad alimentaria

¿Cuáles políticas se deberían implementar en el sector agroalimentario venezolano para que realmente haya una seguridad alimentaria?

La seguridad alimentaria no depende solo de la producción, también depende de la capacidad adquisitiva de las personas. Los países que tienen la mayor seguridad alimentaria del planeta no necesariamente son grandes productores.

Explica el académico que Países Bajos o Singapur, naciones más pequeñas que Venezuela con una sólida seguridad alimentaria, tienen en común que cuentan con otras fuentes de ingreso, distintas a las de la agricultura, como el comercio, la industria, la banca, que generan lo suficiente para que sus poblaciones puedan comprar alimentos.

En el caso venezolano, la primera medida hacia la seguridad alimentaria, destaca, es crear firmes derechos de propiedad de la tierra. “Cuando no existen, entonces no hay una visión transgeneracional, tal como se requiere para un desarrollo sólido de la agricultura. Puede haber producción de rubros del año, como tomates, pimentones o cebollas, pero el desarrollo de plantaciones importantes de café, cacao, cítricos, o ganadería de tamaño respetable, requiere el paso de generaciones, y para lograrlo es necesario tener la certeza de la posición y del usufructo de la propiedad, y eso nunca ha existido en Venezuela”.

En el país, relata el académico, la agricultura se desarrolló durante muchos años porque el Gobierno, aunque la subsidiaba, no intervenía directamente en los negocios agrícolas.

A partir de 1999, la política ha sido intervenir y expropiar fincas porque “inventaron que no podía haber tierras ociosas, cuando había más que suficiente para tener una tierra próspera y para preservar, tal como están haciendo muchos países, recursos naturales para futuras generaciones”.

Estas tierras intervenidas no contaban con una titularidad adecuada, “porque la reforma agraria fue, en este país y en todos los demás, un tremendo fracaso. Al final de la reforma agraria, solo un 15% o 20% de los supuestos beneficiarios estaba dedicado a la producción agrícola, porque simplemente no era rentable. Ocho o diez hectáreas de maíz no le dan la posibilidad a una familia de salir de la pobreza, apenas sirve para su manutención. Se requieren fincas de 100 a 200 hectáreas, más grandes en el caso de la ganadería, entre 500 y 3 mil o 4 mil, pero con una firme propiedad, de tal modo que se puedan hacer inversiones confiables. Esta ha sido la principal barrera para el desarrollo agrícola del país”.

La otra barrera ha sido la intervención gubernamental de los últimos 20 años con la fijación de precios, y todo un conjunto de medidas, incluyendo la participación directa del Gobierno en la producción. “Este gobierno no sabe cómo producir, ni sabe cómo vender. Mercales, mercalitos, compra de supermercados y después de plantas productoras, todo ha fracasado”.

Machado Allison comenta sobre el caso de China, país que del rostro lúgubre de los años de Mao, pasó a tener el rostro de una potencia económica mundial que hace grandes inversiones en ciencia y tecnología, esenciales para la innovación. “Incluso lo hace permitiendo la presencia en su territorio de un buen número de universidades europeas y norteamericanas que también están haciendo transferencia de tecnología”.

Por el contrario, el Gobierno venezolano de las últimas dos décadas ha estado “cerrado a la posibilidad de tener un intercambio intelectual importante. Entonces, en la actualidad estamos no solo estancados, sino también en retroceso”.

Foto tomada de Research Gate. https://www.researchgate.net/figure/Carlos-Machado-Allison-examines-bracts-of-Heliconia-bihai-at-Panaquire-Miranda_fig1_305699080

Por una persona y un libro

Carlos Machado Allison se graduó como Licenciado en Biología en la Universidad Nacional Autónoma de México -UNAM- en 1959, se especializó en Entomología Médica en la Universidad de Sao Paulo, Brasil, en 1961, y obtuvo el PhD en Genética en la University of Notre Dame, EEUU, en 1971.

Cuenta que su amor por la ciencia surgió cuando estaba en tercer año de bachillerato. Estaba enamorado de su profesora de Biología en la Academia Hispanomexicana, en México, donde su familia vivió exiliada durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. “Era una señora muy amable, que tenía grandes aptitudes para la enseñanza”.

Poco después cayó en mis manos el libro de Paul De Kruif, Cazadores de microbios, que fue también una gran motivación, y cuando terminé el bachillerato ya tenía tomada la decisión de dedicarme a la investigación científica. De modo que fue una persona, por una parte, y un libro, por la otra, los que me motivaron a dedicarme a la ciencia.

Al terminar la especialización en Brasil se incorporó a la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde alcanzó la categoría Titular en 1976, fue Director de la Escuela de Biología (1971-1974) y del Instituto de Zoología Tropical (1981-1984) de la Facultad de Ciencias, del cual fue miembro fundador en 1965.

Durante esos años y antes de incursionar en el mundo agroalimentario, su investigación se desarrolló en torno a la biología de insectos de importancia médica.

Auge de la universidad y la ciencia

Machado Allison comenta que tras la caída de Pérez Jiménez se produjo una explosión universitaria, creció la matrícula y gracias a visionarios se creó muy pronto, en 1958, la Facultad de Ciencias de la UCV, que dio paso, gradualmente, a la creación de facultades de ciencias en las otras universidades del país.

Había un crecimiento enorme en el número de investigadores entre 1960 y 1970. Por otro lado, existía una política en las universidades y en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicit) de otorgar becas de doctorado en universidades de prestigio en el extranjero. Por eso, cualquier medición arroja una tasa de crecimiento asombrosa de la ciencia hasta finales de la década de 1980, cuando la mínima recesión económica, que comenzó en 1977-78, moderó ese crecimiento.

Llegamos a un punto en el cual había una masa de investigadores apreciable, laboratorios bien dotados, y, diría, que para el poco tiempo que había durado ese crecimiento, se había comenzado a construir una tradición y cierto respeto hacia la ciencia.

Sin embargo, las políticas económicas, desde el gobierno de Pérez Jiménez hasta el fin de la democracia, no ayudaban demasiado a estimular la investigación. Era la política de sustitución de importaciones, entonces había grandes barreras para la inversión industrial y agrícola, y también demasiados subsidios y controles que no favorecían la inserción de la actividad científica y tecnológica en la sociedad venezolana. Aun así no estábamos mal, dábamos pasos lentos, pero siempre afirmativos.

Obviamente, era un panorama muy distinto al actual. Hoy hemos perdido una proporción importante de los investigadores, hay menos estudiantes de ciencias, los laboratorios están paralizados, sin insumos, o totalmente destruidos como ha ocurrido en la Universidad de Oriente, y en parte de la Universidad del Zulia.

Entre el IESA y la escritura

En los años noventa, tras su jubilación en la UCV, Machado Allison se encargó del programa de fortalecimiento de centros de investigación del Conicit. Estando en este organismo fue contactado por Paul Esqueda, entonces presidente del Instituto de Ingeniería, para crear la gerencia de Promoción y Desarrollo, oficina nueva orientada a favorecer la investigación.

Luego, se desempeñó como gerente general del Fonaiap y como especialista internacional del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) en América Central y Panamá.

Regresó a Venezuela en 1998 para aceptar la oferta del IESA de crear un centro de investigación en torno a los negocios agrícolas. “Se creó esta unidad y tuvimos un buen número de publicaciones, eventos y un programa dirigido a los gerentes agrícolas, con un módulo de contabilidad, tecnología, ciencia y de entendimiento del complejo circuito agroalimentario, que persiste hasta el día de hoy. En los últimos dos años lo hemos dictado por Internet por las condiciones que el país y la pandemia nos impusieron. Todavía mantengo algún tipo de actividad”.

Se mantiene activo también en la escritura. “Acabo de publicar un par de libros y estoy escribiendo otros dos”.

La evolución de las ideas sobre la vida es una de sus más recientes publicaciones, editada por la Acfiman. “Es un libro destinado a la mejor formación de los docentes; es acerca de la historia de las ideas sobre la vida, que va desde los filósofos presocráticos hasta hoy. Lo escribí porque siento que muchas de las enseñanzas en ciencia y en biología no se apoyan lo suficiente en su propia historia, y en los vínculos que ha habido a lo largo de cientos de años entre la generación de conocimientos y su difusión y aplicación en la sociedad”.

Ha escrito, además, novelas de ficción histórica como la trilogía La casa de Altagracia, Parima y Caminos de acero. “Si no hubiera sido biólogo, posiblemente hubiera sido historiador. Me fascina la historia y esos libros han sido también producto de una investigación sobre los personajes y la época”.

¿Qué representa para usted ser miembro de la Acfiman?

Fue un honor cuando me designaron. En la Academia tenemos la capacidad de publicar trabajos y libros, presentar documentos clamando por reformas y mejoras no solo en la ciencia y la tecnología sino también en la educación, pero es frustrante que no nos presten ni la más mínima atención.

Visión global gracias al exilio

Machado Allison nunca participó en política, pero sí lo hizo su padre, Eduardo Machado, fundador del Partido Comunista de Venezuela. “Nací en un largo exilio que tuvo mi padre, y me eduqué en otro exilio, pues mi papá pasó mucho tiempo entre la cárcel y el exilio, desde la primera vez que salió de Venezuela en 1924 hasta 1943. Seis años después ya estábamos otra vez fuera del país a causa de otra dictadura. No soy de los que sufrieron demasiado el exilio, me dio una visión más global del mundo y otro idioma”.

Su primera esposa era mexicana; luego de enviudar se casó nuevamente. “Tengo dos hijos, una bióloga y un abogado, y nietos ya adultos, el mayor tiene 33 años”.

Su hermano menor y antiguo alumno, Antonio Machado Allison, también es Individuo de Número de la Acfiman y profesor jubilado de la UCV. “Él ingresó antes que yo a la Academia”

ACFIMAN

 

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