
La nostalgia es el único cultivo que queda de la reforma agraria en Carlos Arvelo
- Opinión
- 07/02/2025
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Carabobo.- La propuesta tenía como objetivo impulsar sectores del estado Carabobo mediante el empoderamiento campesino. Dos décadas después el escenario es totalmente opuesto.
Güigüe. En el municipio Carlos Arvelo del estado Carabobo la productividad agrícola es un recuerdo nostálgico. Durante décadas, esta actividad fue el pilar de la economía local y buscaba combatir la pobreza, que ha marcado profundamente a esta región.
Carlos Arvelo fue históricamente el principal productor de maíz y otros rubros agrícolas en la entidad. Sin embargo, ya en 2003 los agricultores reclamaban inversiones gubernamentales para aprovechar mejor las tierras. Ese año se presentó el proyecto Plan Agrícola «Manuare 2003». Buscaba convertir el Valle de Manaure en un centro de producción capaz de abastecer el 25 % de la demanda nacional.
El plan respondía a problemas como: la entrega tardía de créditos, deficiencias en la distribución de semillas y falta de asistencia técnica. Ni hablar de los altos costos de fertilizantes y el transporte.
La Realidad de los Agricultores
Matilde Silva, caficultora en Altamira, vive esta problemática de cerca. Aunque en 2005 recibió un crédito de 31.500 bolívares (equivalente a 15.000 dólares) por parte del Ministerio de Agricultura y Tierras y el Instituto Nacional de Tierras, denuncia que la falta de supervisión del ente ministerial permitieron que muchos desviaran los fondos para otros fines. «Usaron el dinero para construir baños, levantar paredes o comprar carros», afirma.

En su caso las semillas de café que cultivó, luego de que el mismo ministerio le ordenó quitar las viejas, se secaron. «Lo hacían de la raíz para arriba». Opina que la falta de seguimiento provocó que el proyecto fracasara.
Durante el siglo XX, Altamira produjo hasta 322.000 kilos de café al año en 600 hectáreas (7.000 quintales). Hoy, la producción no llega ni al 10 % de esa cifra, y los agricultores cultivan pimentón, papa, caraotas y maíz para subsistir.

Reforma agraria: una promesa inconclusa
La reforma agraria impulsada por el entonces presidente Hugo Chávez, mediante la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario del 10 de diciembre de 2001, buscaba combatir el latifundio y fomentar la producción.
Ya en 2005 habían claros indicios de fallas en la ley por lo que el mismo Chávez consiguió la reforma mientras admitía dichos errores. En esta etapa ocurrieron múltiples expropiaciones que el Gobierno justificó con tierras ociosas. Este fue el caso de la hacienda La Marqueseña de Carlos Azpúrua. Aunque el dueño comprobó que sus tierras estaban operativas, no se produjo la restitución.
En su lugar el presidente Chávez juró que eliminaría el latifundismo. En su cruzada garantizaría el financiamiento y acompañamiento oportuno a pequeños y medianos productores.
Para 2014 el Gobierno afirmaba haber recuperado 3,7 millones de hectáreas y regularizado otras 10,2 millones. Sin embargo, factores como la inestabilidad de las políticas agrícolas, la falta de ajuste a la zonificación agroecológica y la precariedad gerencial de los productores limitaron el éxito de estas iniciativas.
Así lo afirmaba en 2007, el geógrafo José Jesús Rojas López . Él destacó que estas fallas explicaban la disminución de la producción y la concentración territorial del maíz en Carabobo.
Potencial agrícola de Carlos Arvelo
Un estudio de 2018 de la Universidad Nacional del Sur (Argentina), publicado en la Revista Universitaria de Geografía y elaborado por cinco investigadores, cuatro de ellos miembros del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología de Venezuela (Inameh), concluyó que Carlos Arvelo posee la mayor cantidad de tierras fértiles de Carabobo. Estas se dividen en:
30 km² aptos para el cultivo de maíz: Estas tierras tienen las condiciones edáficas e hídricas ideales para el cultivo, cuya fase crítica requiere 60 días de agua. Las fechas de siembra recomendadas son la segunda década de mayo y junio.
178 km² moderadamente aptos: Ubicados en montañas y colinas, estos suelos pueden alcanzar hasta el 95% de su rendimiento potencial bajo condiciones adecuadas.

La caída de la producción y las ferias del maíz
En 2008, la producción de maíz en Manaure cayó un 45 %, lo que obligó a los agricultores a diversificar hacia rubros como ají y pimentón.
En una visita a Manuare en 2015 hecha por el político Ruben Pérez Silva, y del actual presidente de la Cámara de Pequeños y Medianos Empresario (Capemiac) Ysaac Pérez Yunis, se constataron los mismos problemas que llevaron a los campesinos en 2003 a crear el plan Manaure.
Para ese entonces aún el tema del combustible no era un problema y la mala vialidad ya se había visibilizado. Pero en la actualidad la vida agrícola de los habitantes de Carlos Arvelo es producto en gran medida a más de 60 kilómetros de carreteras en ruinas.
Ni hablar de las zonas cercanas al lago de Valencia que han quedado bajo el agua, como ha pasado en Isla La Culebra en donde pobladores como Ligia Peña y José Vegas perdieron sus conucos con cebolla y pimentón en 2017 por la crecida del lago, al igual que las zonas de la autopista Valencia – Güigüe que se la devoró el agua y acabó con los negocios de venta de verduras a orillas de lago.
Además para el 2008 se hablaba de una disminución del 45 % en la producción de maíz en Manuare por lo que se migraba a otros rubos como el ají y el pimentón.
Esta caída generalizada impactó en la desaparición de las Ferias del Maíz, el cual llevaba a los agricultores a celebrar la nueva cosecha, por lo que se hacían fiestas que movilizaban a los habitantes de la zona, como al mismo Gobierno para participar en dichos eventos que se realizan desde 1969. Pero su suspensión es un resultado de malas políticas públicas por lo que ahora sin maíz a los carlosarvelenses solo les queda la nostalgia.
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