¡Vivan los agricultores! / Pedro Piñate

¡Vivan los agricultores! / Pedro Piñate

Al final de junio en París,  fue publicado el informe conjunto de Perspectivas Agrícolas 2022-2031 por la Organización para la Cooperación Económica y Desarrollo (OECD) y la Organización de Alimentos y Agricultura de la Naciones Unidas (FAO). Es una lectura recomendada para todos en la agricultura mundial y sus previsiones deberían influir la toma de decisiones agrícolas de estos próximos 10 años. De allí que por muy ocupados como siempre están, a esos dos principales actores de la agricultura que son los productores y agrotécnicos, es bueno sugerirles encuentren tiempo para la lectura del informe disponible en español, inglés, francés en la dirección https://doi.org/10.1787/f1b0b29c-en

 

 

Conduciendo su lectura inmediatamente a ineludibles reflexiones, estas creo refuerzan el enorme compromiso de los agricultores del mundo con la producción sustentable de alimentos. Y es que solo el aumento proyectado de la población mundial de 7.800 millones en 2021 a 8.600 millones de personas en 2031, es indicativo de la necesidad no de más agricultores sino de mejores más eficientes, para alimentar esos 800 millones de personas más que el mundo tendrá en 10 años.

 

Además de los cambios demográficos, los ingresos de los consumidores y los precios de los alimentos, influirán en la demanda alimentaria, fundamental para asegurar la colocación de la producción y oferta. En ese aspecto, en el caso de la carne y los lácteos, las perspectivas de la década por delante son buenas. En 2021 confirma el informe, “los precios internacionales de la carne tendieron al alza reflejando una mayor demanda debido a la recuperación económica y mayores costos de comercialización y transporte. Sin embargo, las relaciones de precios entre carne y piensos disminuyeron significativamente, ejerciendo presión sobre la rentabilidad sectorial”. En el caso de los lácteos “se ha reanudado el crecimiento del consumo de productos lácteos” y “los precios de los productos lácteos, que habían caído en 2020, se recuperaron en 2021.

 

Como un todo, “durante la próxima década, se prevé que la producción agrícola mundial aumente un 1,1 % anual, y que la producción adicional se produzca predominantemente en los países de ingresos medios y bajos”.

Asumiendo las Perspectivas “un acceso más amplio a los insumos, así como un aumento de las inversiones que mejoran la productividad en tecnología, infraestructura y capacitación”, advierte “sin embargo, que un aumento prolongado de los precios de la energía y los insumos agrícolas (por ejemplo, los fertilizantes) aumentará los costos de producción y puede limitar la productividad y el crecimiento de la producción en los próximos años.”

En todo caso prevé “que las inversiones en el aumento de los rendimientos y la mejora de la gestión agrícola impulsen el crecimiento de la producción mundial de cultivos”. La intensificación de los sistemas de producción permitirá que el aumento del rendimiento represente el 80 % del crecimiento mundial de la producción de cultivos, mientras que la expansión de las tierras de cultivo el 15 % y el aumento de la intensidad de cultivo del 5 %. En cuanto dónde, la expansión de las tierras de cultivo se concentrará regionalmente en Asia, América Latina y África subsahariana.

La ganadería y la pesca crecerán 1,5% anualmente igual que la producción de cultivos, siendo gran parte del crecimiento anual proyectado del 1,5 % resultado de mejoras en la productividad por animal, mediante una gestión más eficiente del rebaño y una mayor intensidad de los piensos. Las aves de corral representarán más de la mitad del crecimiento mundial de la producción de carne, por mejor rentabilidad sostenida y a las favorables relaciones de precios entre carne y piensos. También la la producción mundial de leche crecerá fuertemente en la próxima década, con la mitad del crecimiento originado en la India y Pakistán. La acuicultura por su parte, superará el volumen de producción mundial de la pesca de captura para 2023.

Particular atención merece el asunto de los mejores precios agrícolas y los costos de los insumos que elevan los costos de producción. Al respecto el informe OECD/FAO es claro en que “el actual aumento de los precios de los alimentos y los combustibles es altamente regresivo, agrava el estrés económico y tiene un impacto negativo en los productores y consumidores”. Ciertamente, está sucediendo en todo el mundo: los mayores precios en aumento de los insumos y de los costos entonces resultantes derivados de la de la producción se llevan los “mejores precios” al productor.

Sobre el cambio climático prevé el informe que “ las emisiones agrícolas crecerán a un ritmo menor que la producción, gracias a las mejoras en el rendimiento y a una reducción en la proporción de la producción de rumiantes, lo que indica una disminución en la intensidad de carbono de la agricultura. Sin embargo, se necesitan más esfuerzos para que el sector agrícola contribuya eficazmente a la reducción global de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Esto incluye la adopción a gran escala de procesos y tecnologías de producción climáticamente inteligentes, especialmente en el sector ganadero”.

Como vemos, están a la vista las perspectivas agrícolas de estos próximos 10 años, aunque tal como en un juego de cartas, solo los jugadores que guardan en mano conocen las suyas. Por eso el compromiso de los agricultores debe ser bien entendido en sus alcances y limitaciones, dado que no todo el resultado esperado de su mejor gestión, depende de ellos. Tal como dice el informe: “El entorno macroeconómico de los próximos 10 años también es particularmente incierto. Si bien se espera que la economía mundial se recupere de la pandemia de COVID-19, la guerra añade más incertidumbre.”

 

En este escenario, el compromiso de los agricultores comienza con su familia y sus trabajadores y debe alcanzar solidariamente a los consumidores. Esto siempre que la cadena agroalimentaria alimentaría parta y reparta justamente la torta del ingreso resultado de la venta final de los alimentos. También es indispensable que en cada país, las políticas agrícolas y demás, incluyendo especialmente las de trabajo, salarios y ambientales, sean adecuadas y estables. También que el ámbito del comercio internacional permita la fluidez y transparencia necesaria, sin perjuicio a los agricultores. A menudo, los políticos y las políticas sólo piensan en los consumidores (por aquello de los votos), con perjuicio a los agricultores. Otras veces, sobre todo en los países exportadores, las ayudas y subsidios a los agricultores se traducen en competencia desleal a sus colegas del mundo “en desarrollo” que por tanto, nunca llega desarrollarse.

 

Como sea que la agricultura más que un oficio es una forma de vida, cuyos valores suelen transmitirse de generación en generación, el compromiso de los agricultores es inmenso.  Solo ellos son su reemplazo. Por eso cuidarlos y estimularlos, debe ser parte de la política agrícola de toda nación libre y soberana que desee producir sus alimentos, cuidar del ambiente y habitar productiva y sustentablemente ese enorme espacio entre la ciudad y la frontera llamado campo. Sin duda alguna, el compromiso de los agricultores es con un mundo sin hambre, con un mundo mejor. ¡Vivan los agricultores!

 

 

Pedro Piñate

 

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