Puerto Rico: La solución es la agroindustria / Carlos A. Flores
- Opinión
- 06/07/2017
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Por muchos años hemos aceptado en la planificación de estrategias de nuestro desarrollo económico, una separación entre agricultura e industria, tanto por sus características como por su función en el crecimiento económico. La vieja escuela de economía enmarca la agricultura como elemento característico de la primera etapa del desarrollo de los países, mientras que se ha utilizado el grado de industrialización como el indicador más pertinente del avance de un país en crecimiento y desarrollo.
Hay quienes todavía piensan que fue una buena estrategia de desarrollo permitir pasar más o menos gradualmente de la agricultura a la industria, correspondiendo a la agricultura financiar la primera etapa de ese paso. Ya conocemos esa historia y hoy debemos reflexionar para no volver a repetir los errores del pasado. Hoy nos damos cuenta que un país altamente industrializado no puede avanzar mucho y podría estar en desventaja si no tiene abastos de alimentos seguros para su población. Ese es el caso de Puerto Rico donde el 85 por ciento de los alimentos provienen del exterior.
En Puerto Rico la opinión de que solo la industrialización es sinónimo de desarrollo ha dejado de ser ya adecuada. Hoy día las estrategias de desarrollo económico buscan un balance y reevalúan la función de la agricultura en el proceso del desarrollo desde el punto de vista de su contribución a la industrialización y su importancia para un desarrollo armónico y una estabilidad económica y social. Con la utilización de ciencia y tecnología, innovación y con una extraordinaria capacidad de transformación y adaptación, la misma agricultura ha llegado a ser una forma de industria, a medida que la tecnología, la integración vertical, la comercialización y las preferencias de los consumidores han evolucionado. Esto ha ocasionado que el desarrollo de la agricultura resulte cada vez más sensible a las fuerzas del mercado y se integre más en los factores de la interdependencia industrial.
Los productos agrícolas están determinados por tecnologías muy complejas que incorporan los resultados de importantes esfuerzos de investigación y desarrollo, y responden en medida creciente a refinadas preferencias individuales y colectivas con respecto a la nutrición, la salud y el medio ambiente. Aunque todavía se puede distinguir entre la fase de producción de materias primas y la de elaboración y transformación, en muchos casos esta distinción queda invisibilizada a causa de la complejidad de la tecnología y según la medida de la integración vertical: la industrialización de la agricultura y el desarrollo de agroindustrias son, en efecto, un proceso común que está generando un tipo completamente nuevo de sector industrial.
No es por casualidad que el tema agrícola ocupa gran espacio en la discusión pública sobre el desarrollo económico de Puerto Rico. La agricultura, más que una fuente de producción de materia prima, se ha convertido en generador de nuevos negocios e industrias que transforman esa materia prima en productos de consumo aumentando las posibilidades de venta y comercialización con mayor rendimiento de la inversión.
Una nueva clase de agroempresarios preparados en distintos campos han visto en la agroindustria nuevas oportunidades de crear, experimentar y desarrollar productos que son de alta conveniencia para un consumidor igualmente educado y consciente de experimentar nuevos productos que le hagan la vida más fácil y más saludable. La agricultura unida a la agroindustria tiene una nueva oportunidad en la historia y la estamos aprovechando al máximo, conscientes de que hay que hacer las cosas de una forma distinta, bien estudiada, competitiva y consistente en calidad para que el consumidor la favorezca.
Somos conscientes de que la aportación de la agroindustria en Puerto Rico ha sido subestimada por años y hasta cierto punto se invisibiliza su verdadera aportación al reportarse la mayoría de sus actividades económicas en sectores como industria y manufactura y no en el sector agroindustrial. Lo cierto es que no importa donde este yendo su efecto en la economía, su aportación real es positiva en la creación de empleos, inversión y en el uso de ciencia y tecnología de primer orden mundial.