Producir y distribuir alimentos es más que una proeza durante la cuarentena
- AgriculturaEconomíaGanaderíaNoticias
- 11/05/2020
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La llegada del COVID-19 afectó mucho más la dinámica de los productores venezolanos, pues se ha agudizado la escasez de gasolina y las fallas en el sistema eléctrico. Los hombres y mujeres que trabajan en el campo advierten que la caída en el rubro agropecuario será pronunciada, pero a pesar de las condiciones difíciles luchan para seguir sus labores en medio de la cuarentena.
Sin acceso a divisas para importar insumos como fertilizantes, semillas, alimentos y medicinas para animales, créditos bancarios para invertir en lo necesario, un sistema eléctrico deficiente, y un marco jurídico que brinde certezas, el sector agroproductor está, en este instante, en el peor de los mundos.
En este contexto de confinamiento obligatorio sobresale un factor paralizante: la falta de combustible en las zonas de producción. Si bien es cierto que en algunos estados del país hay racionamiento de gasolina y gasoil desde hace varios años, la escasez de los productos ha arreciado, con lo cual en este instante ya se están reportando pérdidas cuantiosas de cosechas enteras.
Productores han confirmado que para reducir las pérdidas practican técnicas del siglo pasado: usar animales para cargar mercancías y caminar con los sacos de productos en las espaldas.
En Táchira la crisis es estructural
Carlos Mota es un feriero andino que viajaba cada 15 días a Caracas, desde La Grita, en el estado Táchira. “El negocio se malogró desde la tercera semana de marzo cuando nos cortaron todo tipo de combustible. Con los altos precios de la gasolina bachaqueada se hace imposible moverse muy lejos de los sembradíos tachirenses”, comentó vía telefónica.
Antes del confinamiento, Mota podía trasladarse por las carreteras del país. “Compraba un poquito de gasoil con pesos colombianos y llegaba hasta el estado Cojedes, a una estación de servicio en donde cargaba el tanque. A veces, los guardias nacionales del sector me pedían propinas y yo las pagaba sin gusto. No tenía por qué hacerlo, pero de eso dependía que no me decomisaran las mercancías”.
Cuenta que en Caracas podía abastecerse de combustible. “Iba a varios sitios del este de la capital y me pagaban muy bien”, recordó.
No ha vuelto a la capital desde principios de abril pues “los bachaqueros” cobran altos precios por la gasolina y el gasoil. “Cobran la pimpina de 30 litros de cualquiera de los dos combustibles en 55 dólares. Si yo quisiera ir a Caracas y regresarme con esa tarifa tendría que gastar 470 dólares, los números no dan”, dijo.
Por otro lado, denunció el cobro ilegal de dinero por parte de las autoridades. “La matraca en las alcabalas de la Guardia Nacional a lo largo de mi ruta también ha subido. Los tipos tienen las agallas abiertas y hay que pagar cientos de dólares aun cuando los jefes de las Redis y Zodis aseguran que con el salvoconducto que nos firman, nos podemos mover. Eso es mentira”, lamentó Mota.
Está seguro de que desde los centros de producción los problemas son los mismos. “Nadie quiere bajar las verduras y hortalizas de las lomas porque no hay cómo llenar los jeeps y tractores. Hay quien está usando bueyes para moverse pero eso no es suficiente, se está perdiendo mucha mercancía”.
En estos momentos, Mota transporta verduras en un camión 350 que le presta un familiar y que usa gasoil. “Me niego a perder mi negocio y aspiro a que Maduro levante la paralización del país y que se mejore el tema de distribución de combustible, con eso mínimo, nosotros haremos lo máximo”.
En el Zulia claman por salvoconductos y combustibles
Soraya (nombre usado para resguardar la identidad de la entrevistada) es propietaria de una microempresa de transporte que presta servicio desde el sur del Lago de Maracaibo hacia Lara y Portuguesa. “En algunas ocasiones nos contrataban para llevar plátanos a Paraguachón. Hay buenos clientes, pero sin gasolina y sin salvoconductos para poder viajar vamos a la quiebra”, lamentó la zuliana.
Explicó que no viaja por la vía Lara-Zulia desde el 26 de abril. “El cierre de las estaciones de servicio y la rosca en las alcabalas me hicieron parar en seco un negocio de siete años. Tenemos seis camiones 350, dos jeeps y dos camionetas pick up las que están semi paralizadas. Mi socio vive en Maracaibo y me contó que allá no hay ni una gota de gasolina y conseguir los salvoconductos en las zonas que controlan los militares está difícil”.
Lamentó la crisis que atraviesa el país en plena pandemia. “En poco tiempo ha cambiado todo, sicológica, mental, emocionalmente. La incertidumbre es muy grande porque no sabemos cuándo van a levantar la cuarentena. Yo pasé de clase media estable a clase media deplorable”.
En Mérida hay alianzas entre empresarios y trabajadores
Héctor León tiene su finca en el estado Mérida. Es productor de leche y contó que a pesar de las dificultades debe seguir trabajando. “Aun cuando no haya luz, gasolina y paso a otras ciudades no podemos parar de trabajar, no podemos dejar de ordeñar a las vacas. Lo que hemos hecho es secar a las que tienen poca producción y las mandamos al matadero para poder obtener recursos para pagar comprimidos de operación de la finca y el pago de nómina, nuestros trabajadores no han dejado de cobrar, hemos reducido al mínimo necesario la nómina”, explicó.
Señaló León que sus colegas empresarios agrícolas han tenido que recortar empleos, incluso para dejar el mínimo de personal. “En el páramo de Mérida hay fincas que tenían 65 o más empleados. Ahora manejan de 5 a 10 empleados, pagando gasolina o diésel al precio que se consiga para poder apoyarlos con el traslado a las fincas. Normalmente se les da posada y comida (a los trabajadores), lo que encarece enormemente la producción”.
Sobre temas operativos cómo llevar la leche a los centros de producción y cómo han resistido al confinamiento, el empresario dijo: “la mayoría de las empresas que acopian buscan el producto (la leche) tienen que estar sacando un salvoconducto emitido por Sunagro y las Zodi. Es un proceso que quita tiempo. El confinamiento se enfrenta con paciencia y tomando medidas. Nuestra gente no se puede enfermar. En mi caso los trabajadores viven en mi finca, están en aislamiento casi total”.
El factor apagones también afecta
León añade que el racionamiento eléctrico se suma a la lista de dificultades que debe afrontar el sector que representa. “El riesgo la pérdida de leche ha sido grande, más los productos ya elaborados (derivados). El trabajo se dificulta mucho a la hora del ordeño, no solo por el tema de falta de la luz sino por no tener gasolina para alimentar las plantas eléctricas. En mi caso, cuando no hay forma de despachar la leche, la cuajamos para conservarla. En última instancia la regalamos a la comunidad si el apagón supera las 12 horas continuas”.
Finaliza su testimonio al afirmar que: “resistimos a la actual situación haciendo milagros, pagando combustible al precio que se consiga y vendiendo a pérdida en muchas oportunidades. Nos hemos apoyado en la asociación de ganaderos de la zona cuyos directivos han realizado todos los esfuerzos por buscar soluciones, pero lamentablemente sin bueno resultados. Solo han recibido promesas con fulanas listas por parte del gobierno nacional y la GN pero sin respuesta”.
ECONOMISTA BRICEÑO: “CON O SIN COVID-19 EL CAMPO VENEZOLANO ESTÁ DESTRUIDO”
El economista Wilfredo Briceño señaló que antes de la emergencia que disparó la pandemia del COVID-19 había serios problemas que impedían el trabajo fluido en el campo venezolano.
Briceño alertó que además de la producción agrícola, hay un riesgo de que los números en lo que respecta a carne y leche sigan cayendo. “El país cuenta actualmente con un rebaño total de 9.000.000 de cabezas de ganado, cuando deberíamos tener 19.200.000 para autoabastecernos, el déficit es de 53 %. Cuidemos al máximo lo que nos queda”, apuntó.
“Además del COVID-19, había una severa escasez de gasolina y los ya rutinarios apagones y bajas de tensión del fluido eléctrico. Para el ciclo de invierno, que arrancó a mediados de abril en Barinas y en mayo en el resto del país, teníamos la expectativa, antes de la aparición del virus y del colapso en el suministro de combustibles, de que se sembraran unas 650.000 hectáreas en total”.
Explicó que los planes de los productores quedaron totalmente afectados. “No pueden ni podrán trabajar en las superficies previstas ni preparar el terreno donde se asentarían los cultivos por carecer de combustibles suficientes para mover la maquinaria. La crisis por el virus dificulta enormemente la contratación de personal por efecto de la cuarentena decretada, necesaria además”, explicó.
“Se reportan daños en Zulia, Táchira, Barinas, Mérida, Portuguesa y Guárico, los principales estados ganaderos del país. La pérdida de importantísimas cantidades de leche y queso se da porque los equipos de enfriamiento se dañan con las “Igual sucede con la producción de hortalizas de la zona andina, y con la producción de musáceas, esto es plátanos y cambures, sobre todo, en el Zulia, Trujillo y Barinas, principales estados productores de estos últimos rubros”.
“El problema de la falta de gasolina –prosigue Wilfredo Briceño– es especialmente grave en el oriente del país para la actividad pecuaria (ganadera), pues por las características propias de nuestro régimen pluviométrico allá empieza a llover más tarde, el agua para el rebaño se extrae del subsuelo a base de electrobombas donde hay servicio eléctrico y con motores a gasoil o gasolina donde no lo hay”.