
La útil cápsula de las botellas de vino
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- 06/07/2018
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Conocer el vino a profundidad hará que la experiencia de degustarlo sea mucho más grata y placentera. No solo es importante saber sobre la bebida y su composición, sino también sobre otros elementos que involucra. Las botellas son el templo que resguarda el preciado líquido y estas poseen interesantes accesorios, como la cápsula. Este componente del envase cumple funciones útiles y guarda una historia interesante que justifica su utilización hoy en día.
José Peñín y Teresa Pacheco, expertos en la cultura vinícola, reseñan este elemento en su libro Historia de los utensilios del vino. Según los autores, “la cápsula es una especie de precinto de seguridad, la garantía de que un vino es virgen, sin rellenar o adulterar”. Además, destacan que contribuye a proteger el corcho y que “es un componente estético clásico de la botella, que otorga un indiscutible toque romántico”.
Más allá su utilidad, existe una anécdota interesante para compartir con los amantes de una buena copa.
La trayectoria de la cápsula
Antes de hablar propiamente sobre la creación de este componente de la botella, hay que referirse a esta última. Con anterioridad, el vino era reservado únicamente en barricas. Una vez que estas eran abiertas y no eran consumidas en su totalidad, el resto podía avinagrarse y, por ende, se desechaba. Con la creación de los envases de vidrio y de los tapones de corcho se solucionó ese problema.
Ahora bien, al ser el fermentado de uvas uno de los insumos más populares en Europa, era obvia su comercialización. Grandes cantidades eran trasladadas desde las principales regiones vinícolas a otras latitudes para su disfrute.
En el siglo XVIII, la corte de Viena celebraba grandes banquetes, de los cuales sobraba vino que era posteriormente embotellado. Esas reservas pertenecían al rey de aquella época, quien con el tiempo descubrió una gran “traición”. Sus amadas posesiones eran hurtadas y los responsables rellenaban las botellas con agua o las dejaban vacías.
Ante esa situación, el rey tuvo la idea de crear las cápsulas. Fueron hechas con lacre, una pasta utilizada para hacer sellos en cartas y paquetes, y solo podían ser retiradas bajo la autorización del monarca. El método se extendió rápidamente hacia otras regiones, como una medida de seguridad.
Primer paso hacia algo esencial
A pesar de ser una invención ingeniosa, tenía sus inconvenientes. El lacre ensuciaba a los consumidores, la comida e incluso el vino. Por eso, en 1789, según los registros, un húngaro de apellido Hagi ideó la primera cápsula de estaño.
Desde aquel entonces se volvió parte vital y se convirtió en la garantía para el comprador de que su bebida se encontraba a salvo y sin alteraciones. Luego se transformó en un aspecto estético que decora el producto y puede indicar cosas como el logo de la bodega, la añada y otros datos.
Según Peñín y Pacheco, han sido muchos los materiales usados para elaborarlas. Hace años el plomo tomó el protagonismo. Sin embargo, por el descubrimiento de sus efectos dañinos en la salud se fue dejando de lado. Hoy en día se pueden encontrar cápsulas de plástico, de estaño, de PVC (policluro de vinilo) e incluso de papel.
Documentarse no solo sobre el líquido sino también sobre otros detalles, incrementa los sentimientos por un buen trago.
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