De la falta de querencia

De la falta de querencia

querenciaSi el arraigo es la acción o efecto de arraigar o sea echar o criar raíces y establecerse de manera permanente en un lugar, vinculándose a personas y cosas, la querencia va mucho más allá como acción de amar o querer bien. Por eso no deben confundirse nunca el arraigo y la querencia, pues muchos son los arraigados sin querencia pero nadie tiene querencia sin arraigo. De hecho es un problema del mundo materialista en que vivimos y que precede o acompaña la pérdida de valores de las personas en muchas sociedades. Como es sabido la gente desarraigada no tiene querencia. En Venezuela de ese mal parece adolecen demasiado muchos, explicando el estado de cosas en que nos encontramos. Y es que sin arraigo y sin querencia, ¿qué motivación tiene nadie para trabajar y luchar por un país mejor?

Por la falta de querencia Venezuela retrocede en vez de progresar. Así faltos de querencia gobernantes y gobernados hacen de las suyas en total anomia. El país se está cayendo a pedazos que nadie ve y menos recoge. Una venezolanidad sin querencia se hace la vista gorda ante la destrucción nacional y sus responsables impunes. Ejemplos sobran pero el del tren que nunca terminan no tiene comparación. Son miles de millones de dólares perdidos del Tesoro Nacional junto al progreso comprometido, por la falta absoluta de querencia.  Hubiesen podido emplearse mejor en otras tan necesarias obras públicas a lo largo y ancho de nuestra geografía.

Debiendo tener presente que nuestros héroes libertadores lo fueron por sobrados de querencia y arrojo, mal pueden los venezolanos con falta de querencia, dejar destruir la patria que nos legaron. Esto advirtiendo que la tarea por delante de  reconstruir el país es cuestión de muchísima querencia. De cómo se siente, se descubre, desarrolla y reafirma la querencia, comparto este soliloquio llanero que habla por sí solo: “Hay que estar ahí, parado en medio de la sabana, justo cuando sale el sol llanero que rápido se va agigantando hasta alumbrarla toda, para sentir bendecidos con su luz y su calor, la querencia que nos ata a nuestra tierra venezolana. También volando imaginariamente a la hora del poniente, junto a las bandadas de aves que el cielo llanero atraviesan de regreso a sus nidales”.

ppinate@gmail.comllanos

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