La agricultura urbana y otras pequeñeces / Luis Fuenmayor Toro
- Opinión
- 12/10/2016
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El Gobierno del presidente Maduro, y anteriormente el de Chávez, se empeñaron, por demagogia e ignorancia, en demostrar que las decisiones que tomaban, para enfrentar las situaciones críticas vividas o incluso para avanzar hacia un futuro luminoso, tenían un carácter trascendental para Venezuela y la humanidad, además de ser de una originalidad digna de encomio. Recuerdo el caso de las cooperativas; parecían inventadas por ellos y que nadie en el país ni en el mundo había transitado esa experiencia. Ignorando todo acerca de las mismas y rechazando cualquier opinión autorizada, invirtieron recursos millonarios, pues iban a acabar con el capitalismo y con el monopolio de las grandes empresas, al sustituirlas por las cooperativas. ¡Puro delirio! Aparte de enriquecer ilícitamente a algunos, hoy son creaciones inexistentes que ni siquiera se mencionan, y sólo existen las de quienes con seriedad se han dedicado por décadas a este campo de la producción y los servicios.
Como el anterior se pueden mencionar muchísimos otros casos: la cacareada producción endógena, los fundos zamoranos, los gallineros verticales, la ruta de la empanada, la del chocolate, iniciativas nada originales con excepción quizás de algunos de sus nombres, que tienen su puesto en la pequeña producción, pero que jamás resolverán ni reducirán sensiblemente los problemas nacionales de producción y abastecimiento. No son para sustituir la producción industrial ni mucho menos al capitalismo. Otra de estas geniales iniciativas la constituye la agricultura urbana, con la cual algunos, el propio Presidente entre ellos, han llegado a afirmar que enfrentarán exitosamente el desabastecimiento y terminarán por derrotar a la “guerra económica”, lo que desencadena una inmediata agitación psicótica de algunos periodistas y canales de televisión oficiales, que despliegan entrevistas y reportajes sobre las bondades de la agricultura urbana.
Vi recientemente un reportaje televisivo sobre este tema nada menos que en el Bronx, Nueva York. El pobre periodista se empeñaba en recalcar la importancia de la agricultura urbana, para superar la pobreza de los habitantes del barrio neoyorquino y hacía sus extrapolaciones desordenadas con el caso venezolano. Cultivos en ciudades, en azoteas, patios, corrales y otros, conozco desde hace décadas y es una actividad positiva desde el punto de vista individual. Pero pretender resolver de esta manera el problema de la falta de producción de alimentos, al dejarse de cultivar millones de hectáreas gracias a la acción revolucionaria, es una de las tantas ridiculeces de los ignorantes del chavecismo. El nacimiento de las ciudades llevó a su separación del campo en lo atinente al cultivo de alimentos; hoy, ni la voluntad conjunta del eterno y el presidente obrero pueden desconocer más de 5 mil años de civilización.