El futuro del frijol y la yuca hace escala en Colombia
- Internacionales
- 20/02/2017
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En el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) llevan medio siglo investigando cultivos básicos como los frijoles y la yuca, cuyo futuro dependerá en parte de la inversión que se destine a la ciencia en este organismo con sede en Colombia.
Con la experiencia adquirida, si hay algo que el director de Análisis de políticas del CIAT, Andy Jarvis, desea con especial interés es convertir ese centro, que echó a rodar en 1967 en la ciudad de Cali, en un “socio estratégico” para los países.
“Lo que queremos es trabajar con los gobiernos mismos, en América Latina, África o Asia, para que sean socios al igual que inversionistas”, afirma a Efe Jarvis, que esta semana ha visitado el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) de la ONU en Roma para estrechar lazos.
Los inicios del centro fueron posibles por el impulso de las fundaciones estadounidenses Rockefeller y Ford, en colaboración con el Gobierno colombiano, y desde entonces ha estado recibiendo contribuciones tanto públicas como privadas.
Pero está por ver que las finanzas se sostengan a largo plazo. “Hay que invertir estratégicamente en investigación y desarrollo tecnológico, pero los gobiernos necesitan ver números”, asegura el responsable.
En el campo de la ciencia muchos fondos se reparten con celo y se revisan constantemente, condicionados por gobiernos que van y vienen, y por prioridades que cambian.
Por eso el CIAT, comenta el experto, se está volcando en una investigación “mucho más aplicada” y en hacer que “la ciencia se entregue a los grandes programas de desarrollo, generando un conocimiento que se use después” o, dicho con un ejemplo práctico, que 100.000 dólares de inversión en investigación sirvan para destinar 10 millones de dólares al desarrollo.
“El retorno de la investigación en desarrollo tecnológico agrícola es altísimo. Necesitamos seguir innovando y desarrollar nuevas tecnologías para que la agricultura se transforme”, dice Jarvis, que para el futuro pone el foco en tres asuntos: cambio climático, seguridad alimentaria y mercados.
De alguna forma, los trabajos del CIAT, centrados en el frijol, la yuca y los pastos para el ganado, ya han dado frutos recogidos por millones de agricultores en zonas tropicales de todo el mundo.
Sus hallazgos están abiertos al público y su banco de genes ha distribuido libremente más de medio millón de muestras de esos tres productos procedentes de 141 países a quienes lo han solicitado para fines científicos.
“Operamos en un mundo deficiente y complejo. Buscamos cómo mejorar los sistemas de diseminación para que al pequeño productor le lleguen las semillas y los beneficios”, sostiene.
Jarvis destaca además la biofortificación, una práctica que actualmente se usa de forma masiva y que el CIAT desarrolla desde 2001 para elevar en ciertos cultivos el contenido de micronutrientes de los que carecen muchas comunidades.
Sin ser una opción que guste a los que prefieren diversificar la dieta, puede contribuir a evitar las deficiencias de hierro, que afectan a unos 2.000 millones de personas a nivel global.
El centro de investigación ha impulsado el enriquecimiento de yuca con vitamina A y judías con un 60 % más de hierro, las cuales se probaron en Ruanda demostrando que reducían la anemia entre las mujeres jóvenes.
Los frijoles biofortificados también se han repartido en países como Colombia, Nicaragua y Uganda, mientras que el 60 % de las variedades de arroz mejoradas en América Latina y el Caribe ya provienen de las desarrolladas por el CIAT.
Otra línea de investigación es la de los forrajes. Su variedad híbrida de “Brachiaria” es más resistente a la sequía y, según Jarvis, podría servir a los ganaderos del este de África -actualmente en situación crítica- para producir hasta un 40 % más de leche.
Por cada litro de leche ese pasto permite reducir un 30 % las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la ganadería.
El cambio climático plantea otras muchas incógnitas, como qué harán los productores de café en Nicaragua que dejen de tener tierras cultivables cuando aumente la altura a la que sembrar a medida que suban las temperaturas.
Para resolver estos problemas en Centroamérica, Jarvis dice que el CIAT está dispuesto a apoyar a los gobiernos para invertir en políticas de desarrollo y reitera: “Queremos ser un socio de conocimiento”.