Esteros de Camaguán / Pedro Piñate
- Opinión
- 18/05/2023
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Dos décadas más tarde, en 1981, como refiero en mi libro “ElLlano es de bregadores” (2022), las aguas de la gran creciente del río Apure que se extendió de San Fernando al Noroeste, sobrepasaron la carretera-dique de Camaguán quedando la ciudad incomunicada. En 1996 cuando sobrevino la última creciente de gran amenaza para la zona ribereña, el río Apure alcanzó niveles máximos sin desbordarse, pero ocasionando la emergencia desde el noroeste de la ciudad hasta Guasdalito, amenazando a las poblaciones de Apurito, El Samán, Bruzual, San Vicente y Palmarito, y hacia el norte desde San Fernando hacia Camaguán y Corozo Pando, en el estado Guárico.
Siendo los Esteros de Camaguán no solo un paisaje bonito que contemplar sino un ecosistema que cuidar donde tienen asiento actividades productivas como la ganadería y la pesca, pero que está expuesto al deterioro y contaminación ambiental de la misma ciudad de Camaguán, a la depredación y extinción de la fauna y flora, la preocupación colectiva local, regional, nacional e internacional, por su debida conservación y protección ha obtenido logros importantes. Como en marzo de 2000 con el decreto presidencial declarando Reserva de Fauna Silvestre Esteros de Camaguán a los terrenos situados en jurisdicción del Municipio Camaguán del Estado Guárico, con una superficie aproximada de diecinueve mil trescientas hectáreas (19.300 ha), teniendo por linderos generales: por el Norte, los terrenos inundables que se encuentran desde la desembocadura del Caño Caujarito en el Río Portuguesa hasta la Carretera Nacional Calabozo.Camaguán – San Fernando de Apure, a la altura del Hato Santa Rosa; por el Sur, el Caño Falcón, desde el sector conocido como La Raya, hasta la desembocadura del Caño Falcón en el Río Portuguesa, al norte del centro poblado Camaguán; por el Este, la Carretera Nacional Calabozo – Camaguán – San Fernando de Apure y por el Oeste, el Río Portuguesa. También se encuentra delimitada por una poligonal cerrada, definida por accidentes físicos – naturales, infraestructuras y vértices expresados en coordenadas U.T.M. descritas en el decreto.
Hoy día la preocupación conservacionista continúa, porque la presión de las actividades e intereses humanos, legales e ilegales, sobre tan frágil ecosistema, no cesan y son difíciles de contener. Por eso es de recordar aquí al historiador apureño Hugo Arana Páez, cuando en 2009 denunciando en conferencia el peligro de extinción de los Esteros de Camaguán, exhortaba a los interesados y responsables a su conservación, advirtiendo con acierto, “que la cuestión no es preocuparse sino ocuparse”
En ese sentido, como colofón es de reconocer, que allá en los Esteros de Camaguán, donde la palma llanera, tal cual escribió en su libro “Los Llanos de Venezuela” (972), el profesor Francisco Tamayo , “tiene, acaso, su localización más conspicua”, uno de sus más insignes hijos, el maestro Juan Vicente Torrealba – primerísimo compositor e intérprete de nuestra música llanera, compartiendo el gran tacto de su amigo y paisano poeta Fleitas Beroes, también se ocupó: “Se fue la luna, se ocultaron los luceros, ya del palmar no vienen sino lamentos, es la llanura que va llorando en silencio porque nos vamos Esteros de Camaguán”.
Pedro Piñate
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