Dos siglos después / Pedro Piñate

”Los del mal y el bien seguiremos aquí encontrados y enfrentados. Ellos – los del mal, por continuar oprimiéndonos, y nosotros – los del bien, por quitárnoslos de encima, deber patriótico”.

 

Reflexionar sobre nuestro mal y nuestro bien, y actuar en consecuencia, es tarea permanente de todo venezolano que se precie de serlo. En Venezuela, la vuelta a la libertad, democracia y estado de derecho no se logrará de manos y brazos cruzados. Y es que la pasividad frente al mal solo lo fortalece y prolonga, tal como sentenció Edmund Burke: “Para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada”. Por otra otra parte ha de tenerse en cuenta la velocidad que incide en la ocurrencia y alcance, cuestión que dejó claro el inmortal Dumas: “El bien es lento porque va cuesta arriba. El mal es rápido porque va cuesta abajo”. De la eterna dualidad del bien y el mal separan al hombre los principios y valores como la capacidad de hacer el uno u el otro. Inclusive se dice es cuestión de visión, pero ¿cómo es más fácil se reconozcan y junten los de mal contra los del bién, qué los aglutina?

La respuesta a tal unión determina la doctrina y organización del mal, que en política tiene sus ejemplos más perversos en el nazismo, el fascismo y el comunismo. Este último en su versión tropical – el Castro-comunismo, logró apoderarse por completo de Venezuela, haciendo desde 1999 hasta la fecha su fuente de poder y existencia. Desde entonces con ayuda de miles de sus agentes que fueron introducidos en el país y de los nacionales, estableció un régimen a dos manos que despacha entre La Habana y Caracas, adueñándose de todos nuestros recursos; corrompió todas las instituciones destruyendo los valores de nuestra sociedad. Distorsionando nuestra Historia, se apropió y desvirtuó la imagen y pensamiento de El Libertador Simón Bolívar cambiando los símbolos patrios. Acabó con la libertad, democracia y estado de derecho. Despojó y estatizó tierras, fincas, y agroempresas de propiedad privada. Reprimió con fuerza letal y mató a cientos de jóvenes manifestantes en las protestas. Exiló y encarceló a sus opositores, siendo hoy acusado de delitos de lesa humanidad. Aisló y sumó el país al oscurantismo, la ignorancia, el hambre y la miseria hoy entre la primeras últimas del Tercer Mundo. Obligó la emigración masiva de más de 7 millones de venezolanos que hoy semana a semana continúa sin hacer ruido.

Ante ello la respuesta del bien ha sido lenta persistiendo mientras se forman y surgen nuevos líderes que reemplacen a los que fracasaron o comprometieron el éxito libertario. Influyendo aquí en el sostenimiento del mal los grandes intereses políticos y de negocios de diversas naciones, destacan especialmente las del “Eje del Mal”. Siendo así, los del mal y el bien seguiremos aquí encontrados y enfrentados. Ellos  los del mal, por continuar oprimiéndonos, y nosotros – los del bien, por quitárnoslos de encima, deber patriótico. Ciertamente a dos siglos después, la II Independencia de Venezuela sigue en marcha.

 

Pedro Piñate

 

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